Hoy en día estamos muy acostumbrados a que nos lo den todo hecho. La tecnología, sobre todo, nos ha hecho las cosas mucho más fáciles. Tanto, que estamos adormeciéndonos, no vemos más allá de la pantalla y estamos hasta perdiendo la capacidad de comunicarnos o de luchar por lo que queremos.
Trabajo en un lugar turísitico del centro de Londres. Entre otras promociones, la empresa de trenes saca un librito con descuentos de 2 por 1 en entradas para muchas atracciones turísticas. La única condición es producir un billete de tren, (no de metro, sino de tren) y rellenar este cuponcito. Tengamos en cuenta que el ahorro por dos entradas puede ser de 20 libras y poner los datos quizá te cueste 2 minutos de tu tiempo. Pues bien, hay mucha, muchísima gente que me lo entrega sin rellenar, lo rellena cuando llegan a mi caja ,causando colas, o cuando les pido que lo rellenen lo hacen a disgusto, no lo ponen todo como diciendo que no van a dar sus datos, o me muestran el librito y no saben ni que existe el dichoso cupón porque no se han molestado en mirarlo todo. O leen la primera línea de cuándo es el horario de visitas pero no la segunda donde especifica qué dias no es aceptado este descuento y protestan cuando les digo que no son válidos.
Conclusión: todos queremos el descuento pero nadie se pregunta por qué te lo dan, o qué hay que hacer. Y aun sabiéndolo, intentamos escaparnos pero eso si, protestamos si no nos hacen el descuento aunque nosotros no hayamos cumplido con las reglas.
Para obtener algo normalmente hay que hacer un esfuerzo, sea grande o pequeño. Igual que la felicidad. Las instrucciones para obtenerla no son tan complicadas. Solo hay que prestar atención y esforzarse.
1 comentario:
La ley del mínimo esfuerzo en muchos casos, yo también trabajo de cara al público y ves de todo ( y más actualmente!). Un besotee
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